Renglón torcido
Que era escritor decía. Y que me quería. Pero de su puño y letra sólo leí mensajes de despedida.
“Me voy de fiesta”.
Que equivalía a un “me voy de tu vida”. Eh, “pero mañana vuelvo: no vayas a olvidarme, que te quiero aunque haya quedado con Santa Teresa para beberme Madrid de copa en copa”.
Y yo le creía, pero a veces me hacía también la loca. Yo era Juana; Juanita la bandolera; que le decía que le esperaba y que ahí no había pasado nada. Y se marchaba pensando que le dejaba las piernas abiertas para cuando volviera y un hueco en el corazón para colarse de madrugada. Yo lo que hacía era decirle que sí, poner vocecilla dulce e ignorar que lo agudo de mi voz era en realidad por culpa del esfuerzo de estar tragando todas las palabras que quería gritarle decirle en su cara.
Comentarios
Publicar un comentario