Roturas y suturas
Te rompen el corazón y sientes que no vas a revivir más. Que se acabó. Que ya está. Que ése es tu final. Y es mentira, pero no puedes darte cuenta ahora porque tu única misión es llorar de sol a sol y romperte con cada fase de la luna. Hay olas rompiendo en la orilla que cargan menos agua que tú por dentro ahora mismo. No hay luz al final del túnel porque en el cielo las estrellas se han fundido todas. Y es mentira, pero no puedes creer otra cosa. Porque ese dolor lacerante en tu pecho tiene que ser la muerte; si no, no dolería tanto. Sería pasajero, un visto y no visto. Hoy duele y al día siguiente adiós. Pero qué va. Se despierta contigo cada mañana, clavado como un cristal en la suela del zapato y lo vas arrastrando junto con tu pena por toda la ciudad. Ciudad que, misteriosamente, está tan triste como tú. O tan asquerosamente alegre que duele. No tiene nada que ver, pero de repente todas esas cosas que antes no tenían ningún significado te afectan. Quisiera decirte que no es para tanto, que todo se acaba, pero cualquiera que ha pasado por algo como esto sabe que no es verdad: de un dolor así nunca te recuperas por completo, pero aprendes que vivir es algo más y ese algo más que está por venir merece sonreír y superar toda esta pena.
Comentarios
Publicar un comentario