Retal

Había días que no te entendía. Y otros en los que quería matarte. Casi todos estaba triste. Y más de una vez no escuché lo que me decías porque estaba demasiado ocupada imaginando que de repente, en mitad de alguna palabra, te callabas y me besabas.

Casi todos los días pensaba en irme y dejar atrás tanta tontería. Nunca lo hacía.

Fueron buenos tiempos, supongo.
Tú no mentías y yo me engañaba.
Tú no hablabas y yo te repetía
sin palabras que iba a estar
hasta que me doblaran las campanas.

Al final, ni el uno ni la otra.
Ni miradas robadas, ni ganas compartidas.
Ningún abrazo de despedida.
Porque a las tentaciones es mejor
dejarlas atadas a la pata de la cama
y no acostarse con ellas nunca
no vaya a ser que se te peguen las sábanas.



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