V
Escribo porque no puedo gritártelo a la cara, porque este odio que te tengo no se arregla de la noche a la mañana.
Las humillaciones sin palabras son las nuevas armas de este siglo, y yo me muero por usarlas para no tener que sufrirlas como las sufro.
Al fin y al cabo, no te entiende nadie o, mejor dicho, no te dejas entender por nadie.
Te mueves siempre a tu propio antojo y a tu propia conveniencia.
No sé si es triste o es que a mí me da pena. Luego, si lo pienso un poco más, me doy cuenta de que no es mi problema.
Tú solo has decidido amurallarte desde dentro.
Yo no estoy dispuesta a cometer tu mismo error.
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