Hoy
Entre los días buenos y los días malos, me quedo con los que acabo sonriendo. Entre tú y yo, permíteme que me elija para hacerme feliz. Porque no eres tú, soy yo. Soy yo la que tengo que convivir día a día conmigo, la que necesita estar bien y ser feliz. Ojalá pudiéramos compartirlo. Ojalá nuestros caminos se unieran de esa manera. Pero, mientras tanto, mientras imagino esa remota posibilidad que puede materializarse o no, me quedo conmigo. Y deseo que tú te quedes contigo también, porque así podremos curarnos los dos nuestras heridas; así, si nos encontramos, no será con restos de otras muertes: ya habremos dejado de cargar con esos grandes pesos a nuestras espaldas. Así, nos encontraremos ligeros en mitad del camino. Ligeros y libres, para escogernos sinceramente y no como los que deciden estar juntos por desesperación o por miedo a quedarse solos. A la soledad no hay que tenerle miedo. Hay que tenerle miedo al estar acompañado y, aún así, sentirse y estar solo. Por eso prefiero llegar cuando todo esté sanado. Por eso prefiero que me encuentres cuando todo esté olvidado. Y quizá, cuando ese momento llegue, ya no seremos más ni tú ni yo. Y quizá tú no me encuentres a mí y yo no te encuentre a ti. Seremos otros encontrando a alguien más que ni siquiera habíamos planeado. Pero la vida es eso, supongo, el continuo cambio que crea lo que nos mueve: la magia.
Comentarios
Publicar un comentario