Dímelo tú
Dímelo tú, que yo no sé
cómo tratar este rencor
ni conozco las instrucciones
para salvar el odio eternamente.
No me pidas compasión ni cuartelillo
cuando me has abierto el pecho a balazos,
cuando aún tengo fresca la desgana,
cuando sigo desangrada en tu cama,
leyendo mi sentencia,
escribiendo mi renuncia.
No puedo ignorar el hecho de que me duele,
porque me acuerdo, porque parece
que me muero.
Tengo en algún lugar, que es
todo mi cuerpo, la tortura
de no saberme suficiente.
Y en el pecho, donde el alma,
siete dardos envenenados
por cada vida que te he dado.
cómo tratar este rencor
ni conozco las instrucciones
para salvar el odio eternamente.
No me pidas compasión ni cuartelillo
cuando me has abierto el pecho a balazos,
cuando aún tengo fresca la desgana,
cuando sigo desangrada en tu cama,
leyendo mi sentencia,
escribiendo mi renuncia.
No puedo ignorar el hecho de que me duele,
porque me acuerdo, porque parece
que me muero.
Tengo en algún lugar, que es
todo mi cuerpo, la tortura
de no saberme suficiente.
Y en el pecho, donde el alma,
siete dardos envenenados
por cada vida que te he dado.
Comentarios
Publicar un comentario