Mísera grandeza

Ni tú eras para tanto ni yo para tan poco. Ni yo recojo migajas ni tú das lo que te sobra ni tanto ni tan blanco ni tan gris casi negro casi azul oscuro casi siempre rojo como el vestido que me duele en el armario porque tiene tus manos cosidas a su cintura - la mía, si te acuerdas - que no valías una misa y yo te la habría rezado en latín y en esperanto clausurada en tus encantos.
Ni tú eras para tanto ni yo para tan poco pero te encantaban los perros falderos y a mí me encantaba pasearme de ciudad en ciudad por todas las estaciones del daño que me hacías.
Qué le íbamos a hacer. De todo se peca. De poco se aprende. Y yo no aprendí mucho, sólo que para ser perra también hay que saber.
Pero es que nadie mueve el culo como yo detrás de lo que quiere.


Comentarios

Entradas populares