Perros y gatas.

Me preguntan si tengo gato y la respuesta es que no, que siempre he estado rodeada de perros. Alegres y siempre dispuestos, que disfrutan del momento desde antes de que suceda. Pero lo pienso medio segundo más y dudo, porque en ese momento me escuece algo por dentro porque recuerdo que me enamoré de ti: de tu manía de llegar sin ser esperado y de marcharte cuando querías, sin que te echaran; que nunca te acercaste a mí buscando una caricia pero te quedabas a disfrutar cómo te miraba y te adoraba. Y te ibas sin mirar atrás porque no necesitabas darte la vuelta para estar seguro de que yo seguiría ahí, donde tú me dejaras, esperando tu regreso.

Y yo, mientras tanto, vivía soñando con la esperanza de llegar un día y que tú saltaras sobre mí regazo con esa mezcla de desesperación y alivio, de incontenible felicidad, con la que todos los perros reciben a sus dueños.

Porque sí, la verdad que yo siempre he sido más de perros. 

Hasta que conocí a aquel gato.

Comentarios

Entradas populares